El foco de esta coproducción belga, que ha dado lugar a un puñado de flamencos en el reparto, es la terrible catástrofe del submarino Kursk, que en el año 2000 hizo que los medios de comunicación tomaran conciencia de la falta de decisión y de medios del gobierno ruso para salvar a los supervivientes. Esta reconstrucción es capaz de reflejar la experiencia de las víctimas, los familiares supervivientes y las autoridades de una manera sólida pero, lamentablemente, bastante impersonal.
Porque aunque a Kursk se le pueda decir de forma creíble, retratado con habilidad y excelentemente interpretado, uno se pregunta por qué Vinterberg quiso hacer esta película si realmente no consiguió dejar su huella en nada. El drama es de naturaleza casi americana y el guión tiene una estructura clásica latente. Kursk parece ser un grabado muy tradicional para un cineasta que tuvo su gran avance mientras experimentaba.