Pokemon: El detective Pikachu no es una película. Es un engranaje de un imperio mediático multimillonario, un ejemplo sin alma de la colocación de productos en su forma más flagrante. La llamada “película” nunca se molesta en contar una historia que valga la pena contar ni en desarrollar personajes que merezcan la pena ser cuidados. Llena la pantalla con una galería de grotescos de colores brillantes que hacen que los habitantes de la infame cantina de Star Wars parezcan normales en comparación y utiliza un breve “clip de noticias” para funcionar como un edificio mundial. La historia no tiene mucho sentido, pero no pretende ser considerada más allá de lo obvio. Detective Pikachu está hecho exclusivamente para niños y su propósito principal no es ser visto, sino animar a sus jóvenes espectadores a rellenar las listas de deseos de cumpleaños y Navidad con artículos Pokemon: tarjetas, peluches, juegos de ordenador, aplicaciones, etc.